EL PROBLEMA
Muchos de nosotros nos considerábamos inferiores, despreciables y nos sentíamos asustados y solos. Lo que veíamos en nuestro interior nunca igualaba lo que vemos en el exterior de los demás.
Desde un principio, nos sentimos desconectados: de nuestros padres, de nuestros semejantes y de nosotros mismos. Nos aislamos del mundo mediante la fantasía y la masturbación. Tratábamos de establecer alguna conexión sumergiéndonos en fotos e imágenes y persiguiendo los objetos de nuestras fantasías. Perseguimos con lujuria, y deseábamos que se nos persiguiese con lujuria también.
Nos convertimos en verdaderos adictos: relaciones sexuales con nosotros mismos, promiscuidad, adulterio, relaciones de dependencia y fantasías en aumento. Conseguimos el sexo con la mirada; lo comprábamos, lo vendíamos, lo intercambiábamos, lo regalábamos. Eramos adictos al coqueteo, a la provocación y a lo prohibido. La única manera que conocíamos de liberarnos de la tiranía del sexo consistía en hundirnos aun mas en él. «Por favor, relaciónate conmigo y lléname», implorábamos de rodillas. A la vez que buscábamos con lujuria tratando de lograr el estado de trance definitivo, cedíamos nuestra propia voluntad a los demás.
Esto nos producía sentimientos de culpabilidad, odio a nosotros mismo, remordimientos, vacío interior y dolor. Nos encerrábamos cada vez mas dentro de nosotros mismos, alejados de la realidad, del amor, y perdidos en nuestro interior.
Nuestra conducta imposibilitaba la verdadera intimidad. Desconocíamos lo que era la unión real con alguien, porque nos interesaba solo lo ilusorio. Nos atraía el » hechizo» de lo físico-sexual, el contacto que producía efectos mágicos; precisamente porque así evitábamos la intimidad y la unión verdadera. La fantasía corrompía lo real, la lujuria mataba el amor.
Primero adictos, después incapaces de dar amor, recibimos de los demás para llenar el vacío que existía en nuestro interior. Nos engañábamos una y otra vez al pensar que la siguiente persona sería la que nos salvara, y mientras tanto, íbamos desperdiciando nuestras vidas.
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© 1982, 1989, 2001 SA Literature
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