Sexólicos Anonimos ¿Por qué debería abandonar la lujuria?
¿Por qué debería renunciar a la lujuria? Muchos de nosotros recurrimos a Sexólicos Anónimos (SA) porque nuestros pensamientos y actividades sexuales autodestructivos nos habían llevado a la desesperación total. En las reuniones de SA descubrimos, para nuestra sorpresa, que la lujuria era la fuerza impulsora detrás de nuestras prácticas sexuales adictivas. La lujuria sexual es un pensamiento o apetito que nos lleva a utilizarnos a nosotros mismos, a los demás o a ciertas cosas con fines destructivos y egocéntricos. La enfermedad espiritual de la lujuria exige estimulación sexual en lugar de lo que un Poder Superior o Dios, tal como lo entendemos, nos ofrece en ese momento. Más tarde llegamos a comprender que la lujuria es querer cualquier cosa menos de lo que un Poder Superior, o Dios como lo entendemos, nos proporciona. Al principio nos resultó difícil de creer. Cuando comenzamos a aceptar este hecho, nos preguntamos cómo podríamos vivir sin lujuria. Estaba claro que teníamos que renunciar a ella, pero al mismo tiempo dudábamos de que la vida fuera posible sin la lujuria. En la fraternidad de SA, conocimos a personas que habían encontrado una manera de interrumpir sus conductas sexuales autodestructivas. Eso también nos pareció increíble. Sin embargo, su sinceridad y la felicidad que irradiaban sus rostros nos dijeron que era verdad. Habían logrado la respuesta que buscábamos tan desesperadamente. ¿Por qué no puedo “disfrutar” de la lujuria, aunque sea “sólo un poquito”? Desde los primeros días de nuestra enfermedad habíamos pensado que la lujuria era nuestra amiga. Lo usábamos por muchos motivos: para divertirnos, para tapar el dolor, para no tener que afrontar nuestros problemas. En cierto momento nos dimos cuenta de que la lujuria se había convertido en un problema mayor que los problemas de los que intentábamos alejarnos. La medicina se había convertido en un veneno. La “solución” se había convertido en el problema. Habíamos perdido el control. La lujuria, para nosotros, es como montar en una montaña rusa en un parque de diversiones. Una vez que el vehículo arranca, es imposible detenerlo. Por lo tanto, la lujuria debe ser detenida justo en su inicio, antes del primer trago. Por lo tanto, para liberarnos de la influencia de la lujuria, debemos tratar de impedir que nos penetre. Esto implicó dejar de buscar emociones y riesgos. Pero ¿cómo íbamos a abandonar algo que, con nuestro consentimiento, había dominado nuestras vidas durante tantos años? ¿Cómo íbamos a conseguir lo que mil y una veces nos había sido imposible conseguir?
Nuestra adicción a la lujuria es como el problema del alcohólico con el alcohol. De la misma manera que el alcohólico no tolera una gota de alcohol, los machistas no toleramos el más mínimo sorbo de lujuria. La lujuria siempre exige más lujuria, hasta que al final acabamos borrachos. Una vez borracho, el deseo de realizar conductas sexuales adictivas es imposible de resistir. Y lo que es aún peor, la lujuria nos arrastra cada vez con más fuerza a comportamientos que nos prometimos que nunca practicaríamos. La vergüenza que nos causan estos comportamientos exigía a su vez aún más lujuria para cubrirlos. Disfrutar “sólo un poquito” no funciona para los sexistas de nuestra clase.
¿Cómo puedo renunciar a la lujuria? En primer lugar, aceptamos el hecho de que si permitiéramos que la lujuria se alojara dentro de nosotros, esto conduciría a algún comportamiento sexual adictivo. Se debe superar la idea de que podríamos interrumpir nuestras conductas sexuales dañinas y al mismo tiempo permitir la lujuria en nuestra cabeza. La conclusión fue meridianamente clara: teníamos que liberarnos de la lujuria si queríamos interrumpir nuestras prácticas sexuales adictivas.
En segundo lugar admitimos que no teníamos la fuerza necesaria para detenernos y que necesitábamos un poder superior a nosotros mismos. Reconocer nuestra debilidad equivale a reconocer la necesidad del proceso de recuperación de los doce pasos, del apoyo de otros miembros en la recuperación y de un Poder Superior o Dios como lo entendemos.
En tercer lugar decidimos seguir el sencillo programa de recuperación de SA. Estos tres puntos se convirtieron en las claves de nuestra progresiva victoria sobre la lujuria. Dejamos de luchar con la lujuria, comenzamos a renunciar a ella y a colocarla en manos de nuestro Poder Superior. Una vez que superamos nuestra desesperación inicial, pudimos entregarnos por completo a este programa de recuperación conocido como los doce pasos.
¿Lo que me va a pasar? Los que tenemos problemas con la lujuria sabemos perfectamente qué efectos tiene. La lujuria es un muro que nos separa y nos impide disfrutar de relaciones satisfactorias con Dios y con las personas que nos rodean. La lujuria nos empuja y nos encierra, cada vez con más fuerza, hacia nuestro interior provocando nuestro aislamiento,
soledad y desesperación. Pero en la medida en que superamos el ciclo de la lujuria mientras trabajamos en los pasos de la recuperación, nuestra vida experimenta un cambio notable.
A medida que nos recuperamos, adquirimos un nuevo sentido de dignidad y estamos felices de estar vivos. ¡Ya no tenemos que escondernos! Atrás quedan las mentiras y la doble vida que nos caracterizaban. A medida que el peso de la vergüenza y la culpa desaparece, tenemos más energía para nuestra familia y amigos, para el trabajo y el ocio. Nuestro rostro, que alguna vez expresó preocupación y amargura, pasa a irradiar una vida resplandeciente de felicidad, alegría y libertad.
Superar las conductas lujuriosas que tenemos Nuestra experiencia personal nos enseña que la lujuria es astuta, desconcertante y poderosa, y muy paciente. En nuestra rutina diaria nos planteamos cómo vamos a poder derrotar a un enemigo que nunca descansa y nunca se rinde. En el pasado, cuando la lujuria llamaba a la puerta, siempre la abríamos. No teníamos otra opción. Pero hoy, con la recuperación, tenemos otras alternativas. Tenemos muchas herramientas que podemos usar para mantener la puerta cerrada a la lujuria. Aquí hay algunos:
Sinceridad – Durante mucho tiempo no nos atrevimos a contarle a nadie lo que pasaba por nuestra cabeza. Los secretos permitieron que nuestros pensamientos adictivos se consolidaran y aumentaran. Al contarles a otros miembros de las SA lo que pensábamos y lo que estábamos haciendo, descubrimos que gran parte del poder que se ejercía sobre nosotros disminuía. Por tanto, es conveniente que los miembros de SA sean sinceros tanto al intervenir en las reuniones como al conversar con otros miembros fuera de ellas.
Evite los desencadenantes o desencadenantes – Hay muchas cosas que pueden desencadenar la lujuria: películas, revistas, playas y piscinas, Internet, incluso ciertas partes del periódico. No hay duda de que tenemos innumerables oportunidades para satisfacer la lujuria. Un examen minucioso y honesto de nuestras vidas puede ayudarnos a identificar los pensamientos, personas, lugares y objetos que normalmente nos causan más problemas. Una vez identificados, los evitamos para reducir las posibilidades de caer en la lujuria.
Oración – Recurrimos a todo tipo de oraciones para liberarnos de la lujuria. Una muy breve puede ser: “Dios mío, ayúdame”. Muchos de nosotros le pedimos a Dios que bendiga a la persona objeto de nuestra tentación. Le pedimos a Dios que nos provea todas las cosas buenas que queremos para nosotros mismos. Al actuar así, esa persona deja de ser un objeto lujurioso para convertirse en una criatura de Dios. Otra oración, muy sencilla, es: “Dios mío, que pueda encontrar en ti lo que busco en esa persona”.
Apadrinamiento: un patrocinador o madrina es un miembro con más experiencia que nos ayuda a superar los doce pasos de la recuperación. En teoría un padrino o madrina debe trabajar los pasos, ir a las reuniones y al mismo tiempo tener un padrino o madrina que a su vez ayude. Esta persona puede ayudarnos a seguir los pasos para abandonar la obsesión por la lujuria y poder vivir una vida equilibrada y alegre.
¿Cómo podemos estar seguros de que estas herramientas nos servirán? La experiencia de miles de personas en recuperación sexual nos dice que son útiles en sus vidas, día a día.
¡Hay esperanza! Es posible una victoria progresiva sobre la lujuria. Pedimos ayuda a Dios, tal como lo entendemos; recibimos ayuda de la fraternidad SA; y trabajamos los doce pasos para recuperarnos. Quien siga este plan sin duda encontrará un gran alivio ante los ataques de la lujuria.
Recuerde, la lujuria no desaparecerá de la noche a la mañana. Debemos enfrentar la lujuria paso a paso, día a día. La lujuria es tenaz; No se rendirá fácilmente. Nuestra experiencia, sin embargo, muestra que cualquier persona que sufre de sexismo puede mejorar si está dispuesta a ser honesta al abordar su problema y seguir los doce pasos y tradiciones del programa de recuperación de SA. Una vida de libertad está disponible para todos.
¡Recuerda que ya no estás solo! Hay muchas otras personas que tienen tu mismo problema pero se están recuperando y están esperando que tú te ayudes a recorrer ese camino. Ya nunca más tendrás que estar solo.
¡Ven con nosotros!